Conociendo que todos los sucesos arqueológicos que el hombre ha dejado a lo largo de su evolución, implican un arduo trabajo de interpretación y valoración, ya en general. Los relacionados con determinadas prácticas sociales o culturales se vuelven en extremo dificultosos de dilucidar, según nos retrotraemos a momentos de la historia donde la información escrita, o bien figurada, es poca o inexistente. De hecho, y en éstos casos, cuando en lógica se pretende documentar una determinada cultura mediante sus mas evidentes signos disponibles - léase arquitectura, figuraciones artísticas o la misma cerámica - , es probable que, ante la certeza diferencial en ejemplos temporales posteriores, surja un sentimiento de insatisfacción. Tal percepción viene dada, tal y como afirma Kirsi O. Lorentz, por la circunstancia que los aspectos materiales no equiparan plenamente al ser humano, mientras que los rasgos socio-culturales si lo hacen.

Modificación craneal artificial. Tipo oblicuo tabular cilíndrico andino.El útil compresor estuvo compuesto de una banda circular y colchonetas de algodón colocadas tanto en la parte frontal como en la occipital.
Muchas sociedades humanas empleaban, y emplean, determinados “estímulos visuales” para dejar patentes sus singularidades, advirtiéndonos de un determinado género, origen étnico y/o estatus social. Estímulo visual que puede comprender desde la misma indumentaria a determinadas maneras o amaneramientos corporales o de comportamiento, así como modificaciones físicas tanto temporales como permanentes. Muchas de éstas “distinciones visuales”, se plasmarán directamente sobre el cuerpo del individuo, pudiendo ser estudiadas desde el registro arqueológico. Dispondríamos de ésta manera, de un importante factor diferenciador intra o inter comunidades humanas dentro de una misma cultura material compartida. De ésta guisa, y dentro de la variada amalgama de posibles interpretaciones de éste acontecimiento antropológico, la existencia o no de una temporalidad de tales hábitos – léase ropajes, peinados, joyería, pinturas o decoraciones, o tatuajes, marcas, amputaciones y modificaciones corporales, etc.. - nos proporcionaría, en una primera valoración, una intención u obligación perpetua de pertenencia a un círculo social o tribal determinado.
«(El Inca..) Tenía ordenado por todos sus reinos que todos los vecinos de cada provincia, que eran diez mill vecinos, trajesen sobre su cabeza una señal en que fuesen cognoscidos de los de las otras (…) y así, cuando infantes, que acababan de nascer, y de allí adelante, mientras tenían las cabezas muy tiernas, les ataban ciertas vendas o paños con que se las amoldaban según la forma que querían que tuviesen las cabezas, y ninguna provincia, al menos de las principales, había que no tuviese forma diferente de las otras de cabezas» Pasaje de “Apologética Historia Sumaria ”. Bartolomé de las Casas, 1550.
Si bien y desde éstas páginas, ya ha sido mencionada una de éstas acciones permanentes, la modificación craneal artificial, vamos a intentar responder a la pregunta sobre los tipos, extensión, origen y propuesta simbólica de tales prácticas, con la intención de alejar definitivamente otras “sui generis” interpretaciones.

Modificación craneal artificial. Tipo erecto tabular fronto-occipital o bilobulado andino, los llamados “cráneos chatos”. Su solución produce una cabeza con formas oblongas. Son cráneos bajos con un occipital plano.
Rechazando, y desde un principio, la posible relación de estos episodios con una cultura material determinada, habría que decir que la modificación craneal artificial es un uso que se extenderá de forma genérica por todo el orbe (Meiklejohn et al , 1992) e incluso, tal vez.., dentro del propio género “homo” - La posiblemente mas antigua modificación craneal conocida correspondería a dos cráneos de Homo S. Neanderthalensis, datados hace unos 45.000 años y encontrados en los Montes Zagros, Cueva de Shanidar, (Trinkaus, 1982), si bien, y al día de hoy, es un tema discutido -, siendo sus mas antiguas evidencias para el Homo S. Sapiens, las halladas en el yacimiento chino de Chou-Kuo-Tien y datadas aprox. hace unos 18.000 a 23.000 años (Weldenreich, 1938-1939). Independientemente de lo anterior, existen casos de tales costumbres y de forma atemporal: En Australia, durante el Pleistoceno Final (Anton y Weinstein, 1999; Durband, 2008a, 2008b ); en Oriente Próximo, y que se extiende fundamentalmente desde el pre-Neolítico acerámico al periodo de El-Obeid (Lorentz, 2006), así como también a gran parte de suroeste asiático; en África, Polinesia y Melanesia; así como en Europa, durante la expansión de los hunos y alanos, y su posterior adopción por diversas tribus halsttáticas en la Edad del Hierro (Torres-Rouff y Yablonsky, 2005) o las mas antiguas de Kissonerga-Mylouthkia en Chipre, durante el Neolítico acerámico mediterráneo (Kurth and Rohrer-Ertl 1981; Kurth 1980; Peltenburg et al. 2001); y, por supuesto, en América, donde fue un acontecimiento extensivo y generalizado en el sur continental andino y en la cultura maya centroamericana (Tiesler, 2012) durante milenios hasta su prohibición, y casi erradicación, por orden de las autoridades coloniales españolas y gobiernos independientes posteriores.
«(Edicto para 1593 de D. Antonio González…) Que los corregidores procuren desterrar el pernicioso abuso de apretar las cabezas a recién nacidos, pues se las aprieta tanto la frente con el colodrillo que pierden la memoria y el sentido…» Pasaje de “Memorias Históricas de la Iglesia y Pueblo de Lenguazaque ”. Recopilación de Silva Celis, Colombia, 1968 .
Dicho esto, la técnica de la “deformación craneal artificial” o “modelado intencional del cráneo” consiste en la compresión o constricción del neurocráneo en los recién nacidos durante sus primeros meses de vida, cuando las fontanelas o suturas de los huesos que lo componen no han cerrado todavía, alterando permanentemente su presumible configuración natural. Éste desarrollo artificial se consigue mediante masajes, dispositivos rígidos, moldes, vendajes o bandas de presión.

Diferentes tipos de útiles compresores destinados a la modificación craneal intencional, según Allison et al (1981). Recopilado/Elaborado por Ana Bucchi.
Desde el punto de vista de la estética del resultado, los estudios realizados por Manríquez et al (2006), y que se basan en su morfología geometría, pudieran ser considerados dos tipos fundamentales de formateados, los erectos y los oblicuos, siendo sus subdivisiones afectas al área/s y ángulo/s de presión del utillaje sobre el neurocráneo con respecto al eje cráneo-caudal. En el caso de los erectos, la constricción se haría bien sobre el plano coronal bien sobre el axial en un ángulo aprox. de 180 grados, mientras que en los oblicuos, y siempre sobre tales planos, sería inferior a 90 °. Posteriormente, y siguiendo las consideraciones de Dembo e Imbelloni, 1938 y Fürst, 1933, en función de la rigidez del útil de compresión, podemos acuñar los términos “tabular” y “circular”, según la solución visual del proceso tenga formas cuasi planas o bien redondeadas.
«Los Collahuas usaban una especie de sombrero alto sin falda en forma de cono truncado, imitando la del volcán y para que la cabeza se conformase a ese tocado recibía la correspondiente deformación. Los de la Provincia de Cauana creían proceder de otro cerro nevado que se llama Ualca ualca, del cual salieron sus antepasados, venciendo a los naturales y echándolos fuera de la tierra. Así poblaron Cauana Colla en la sierra alta y Cauana Conde al otro lado. Estos Cauanas se deforman también la cabeza, pero no alargada como los Collahuas sino chata, cubriéndola con unas cuerdas blancas con que se dan varias vueltas. Así quedaban bien diferenciados unos de otros » Pasaje de “Relación de la provincia de los Collaguas hecha por su corregidor”. Ulloa de Mogollón, Lima, 1586.
Dentro de la posibles explicaciones sobre el origen de tales usos y el simbolismo que representan, éstas vendrían definidas por una primera serie de consideraciones aplicables al general ámbito humano, mientras que otras deberán, en exclusividad, relacionarse con un contexto cultural determinado y todas, a su vez, ubicarlas y relacionarlas con un momento temporal dado.
Ya, en otras lecturas anteriores, nos hemos acercado al concepto de “símbolo” y su significado. El símbolo constituye una general modalidad de comunicación y como tal, ésta adscrita a un lenguaje, a un conjunto signos visuales, que deberá ser interpretado para acceder a su mensaje, constituyendo un método que los seres humanos compartimos básicamente con el resto de los seres vivos. Evidentemente, y en función de la encefalización de la especie, éste conjunto de signos serán mas extensos y comunicarán una mayor cantidad de estados o sucesos vitales, siendo la capacidad de abstracción de ideas o la proyección mental de situaciones al futuro, el progresivo hito diferenciador entre las especies con un nivel de encefalización mas elevado. De hecho, la única singularidad que diferencia al “homo” dentro de las especies animales mas encefalizadas, es la utilización de herramientas para plasmar esos símbolos, constituyendo su esencial ventaja evolutiva. Apuntado lo anterior y sin ir mas lejos en su desarrollo – Aunque como reseña de su importancia decir que en Europa hasta bien entrado el siglo XIX, la inmensa mayoría de la población no sabía ni leer ni escribir -, el modelado intencional del cráneo es una vertiente mas de esa intención de comunicación y que intenta plasmar un hecho diferencial, como ya hemos sugerido al principio, por lo que nuestra labor en éste caso sería intentar dilucidar su origen.
En el Paleolítico Superior, y según A. Frémont (1999), dentro las sociedades de cazadores y recolectores se define el concepto de “región fluida”, cuyas características principales son la inexistencia de poblaciones estabilizadas y aunque ya ésta presente la idea de “lugar vivido” y aparecen unas estructuras sociales básicas, todavía entre el hombre y su espacio no se han fijado claras interrelaciones, por lo que aún no procede la noción de “territorio exclusivo”. La progresiva sedentarización de determinados grupos humanos, en la transición al Neolítico, derivará en un espacio ecológico denominado “región de arraigo” y que puede definirse como el territorio delimitado y semi-privativo - El ideario de una privacidad territorial plena no llegará hasta finales-principios de la Edad del Bronce-Hierro - donde unos grupos humanos desarrollarán progresivamente un vinculo cultural y económico con un medio natural concreto.

Modificación craneal artificial. Tipo circular oriente-mediterránea de una y dos bandas compresoras. Necrópolis de Biblos. Elaborado por Özbek (1974)
Como conjetura y a partir del desarrollo de las “regiones de arraigo” es donde deberemos, posiblemente, situar en le tiempo los sesgos culturales que conducirán a la expresión y desarrollo de las técnicas de la modificación craneal artificial como indicador simbólico de la pertenencia a un territorio y a sus particulares costumbres socio-económicas, incluso dentro de unos mismos modos materiales. De hecho, en las mas documentadas culturas andinas, y partiendo de los estudios de J.W. Bastien (1978) sobre la asimilación del cuerpo humano con hitos de la naturaleza en la cultura Qollahuaya boliviana, R. Yépez (2009) nos propone la existencia de una pretérita vinculación entre el medio ecológico y el tipo de formateado artificial del neurocráneo en las culturas andinas y mesoamericanas, consistiendo en el propósito de dibujar en la cabeza un pico, montaña u otro tipo de accidente topográfico representativo de su territorio ancestral.
En el ámbito de Oriente Próximo y el Mediterráneo Oriental, la deformación craneal intencional puede ser dividida en tres grandes tipos: Anterior-Posterior, Post-bregmática y Circular - Mención parte serían las modificaciones craneales realizadas en Egipto durante la XVIII dinastía en la familia real de Akhenaton y de tipo circular a una banda, siglo XIV a.c. -, conteniendo cada tipo varias configuraciones posibles (K. Lorentz, 2006). Las mas antiguas evidencias en el Mediterráneo Oriental de éstas prácticas corresponderían al periodo Neolítico Acerámico B, caso de Jericó y Chipre, durante el VIII-VII milenio a.c. y en Oriente Próximo, a las del yacimiento de Ganj Dareh, 7500-6500 a.c., y a la proto-neolítica cueva de Shanidar del IX milenio a.c.
Al igual que ocurre en el caso andino, aquí también existe una primigenio propósito de diferenciación cultural. Si bien y en éste caso, la disparidad material y temporal, en un principio, estaría mas acentuada, al tratarse de modos acerámicos del Levante Mediterráneo en contraposición al proto-neolítico de procedencia en la región montañosa de Zagros – Las culturas acerámicas, fundamentalmente, son del tipo anterior-posterior, parecidas al tipo oblicuo tabular cilíndrico andino; mientras que en las pre-neolíticas se extendería el tipo de modelado circular - . Tal es así, que, y según (Trinkaus, 1982), es posible que la primera región de arraigo de los pobladores de los yacimientos de Ganj Dareh y posiblemente de Tepe Ghenil y Bouqras, otros poblamientos del Proto-Neolítico Temprano de Zagros, se corresponda con el asentamiento del Natufiense Final de Zawi Chemi Shanidar. De hecho, el otro formato de modelado intencional en el Mediterráneo Oriental, el post-bregmático, no se da hasta finales-principios de la Edad de Bronce-Hierro, siglo XII-XI a.c. aprox. y centrado en la isla de Chipre (K. Lorentz, 2006). En ese mismo sentido, las proposiciones culturales del periodo siguiente, léase el Calcolítico, vuelven a marcar una relación entre el formato de modificación intencional de cráneo y la cultura de procedencia. Del tal forma, que la “Cultura de Halaf” podría ser asimilada al tipo anterior-posterior - Un dato de interés sería recordar que tal tipo de modificación craneal se extiende, incluso, hasta los asentamientos halafienses, caso de Tepe Sialk, de la meseta central iraní -, mientras que la “Cultura de Hassuna-Samarra” lo sería con el tipo circular. Por último, añadir que otra circunstancia que corroboraría la anterior relación, es la paralela expansión de los dos tipos circulares de modificación craneal artificial junto con la “Cultura del El-Obeid” por la Mesopotamia Central, como heredera de la “Cultura de Hassuna-Samarra”, y siempre hablando de manera general, de las anteriores tendencias materiales y socio-económicas iniciadas en los Zagros.
En conclusión, parece que resulta evidente que la modificación craneal artificial está marcada por el simbolismo. Un simbolismo que pretende transmitir una sensibilidad cultural y/o material determinada en sus primitivas acepciones; tomando en un segundo episodio, como fruto de la diferenciación social y la progresiva interacción de las culturas, bien por emigración bien por conquista y con posterioridad al acontecimiento Neolítico, un sesgo de discriminación jerárquica y/o religiosa en función de un origen, casta, oficio o sexo dentro de las propias comunidades, como así parece indicar el caso andino. Por otro lado, sería lógico no obviar la existencia, en un momento dado del tiempo, de modismos u otro tipo de acepciones mas profanas, por imitación o intento de asimilación social, etcétera que completaría el uso y costumbre de una práctica que se remonta al albor de los tiempos.
Referencias y mas información
“Ubaid Headshaping: Negotiations of Identity Through Physical Appearance?” . Kirsi O. Lorentz (2006)
“Studying cranial vault modifications in ancient Mesoamerica” Vera Tiesler (2012)
“El Simbolismo de la Modificación Cultural de la cabeza en la Cultura Andina de Paracas del Antiguo Perú”. Rosaura Yépez (2009)
“Deformación Intencional del Cráneo durante la Prehistoria de Atacama: un Análisis Cuantitativo de su Relación con el Estatus Social y las Adscripciones Étnicas”. Ana M. Bucchi (2013)
Imágenes:
“Deformación Intencional del Cráneo durante la Prehistoria de Atacama: un Análisis Cuantitativo de su Relación con el Estatus Social y las Adscripciones Étnicas”. Ana M. Bucchi (2013)
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